martes, 23 de octubre de 2012



¿Qué es el síndrome del cuidador o "burn-out" y cómo podemos prevenirlo?

Este síndrome  fue  descrito por primera vez en Estados Unidos en 1974. Consiste en un profundo desgaste emocional y físico que experimenta la persona que convive y cuida a un enfermo crónico  tal como el enfermo de Alzheimer. El cuidador que puede sufrirlo es aquel que llega a dedicarle casi todo su tiempo (incluso dejando de trabajar para cuidarle), generalmente en solitario (aunque haya otros familiares), durante muchos años y con estrategias pasivas e inadecuadas de resolución de problemas (Jerrom y cols, 1993).
Se considera producido por el estrés  crónico  en un batallar diario contra la enfermedad con tareas monótonas y repetitivas, con sensación de falta de control sobre el resultado final de esta labor, y que puede agotar las reservas psico-físicas del cuidador (Goode y cols, 1998).
Incluye desarrollar actitudes y sentimientos negativos hacia los enfermos a los que se cuida, desmotivación, depresiòn, angustia, trastornos psicosomáticos, fatiga y agotamiento no ligado al esfuerzo, irritabilidad, despersonalización y deshumanización, comportamientos esterotipados con ineficiencia en resolver los problemas reales, agobio continuado con sentimientos de ser desbordado por la situación. 


Ten en cuenta las siguientes cuestiones para prevenir el burn-out:
  • Acepta  que estas reacciones de agotamiento son frecuentes e incluso y previsibles en un cuidador. Son reacciones normales  pero que necesitan apoyo.
  • No te olvides de ti mismo, poniéndote siempre en segundo lugar. El "autosacrificio total" no tiene sentido.
  • Pide ayuda cuando detectes signos, no lo ocultes por miedo a asumir que "se estás al límite de tus fuerzas" ni tampoco por culpa de no ser un super-cuidador.
  • No temas acudir a un profesional y a grupos de auto-ayuda de asociaciones de afectados por la enfermedad de Alzheimer que resultan ser muy eficaces.
  • Aprende técnicas de relajación.
  • Solicita información y formación adecuada sobre aspectos médicos de la enfermedad (evolución futura, previsión de complicaciones, medicación) y conocimientos prácticos para enfrentar los problemas derivados tales como nutrición, higiene, adaptación del hogar, movilizaciones del paciente, etc. Todo ello incrementa el sentimiento de control y de eficacia personal.
  • Márcarte objetivos reales, a corto plazo y factibles en las tareas del cuidar. No mantener expectativas irreales ("El enfermo no va a empeorar mas de lo que está"), ni tampoco ideas omnipotentes sobre uno ("Voy a solucionar todos los problemas yo sólo").
  • Delega tareas en otros familiares o personal contratado (sanitario o del hogar). No te creas imprescindible.
  • Mantente automotivado a largo plazo, auto reforzarse en los éxitos, felicitándote a tí mismo por todo lo bueno que vas haciendo.
  •  No te fijes sólo en las deficiencias y fallos que se tengan.
  • Cuida especialmente los propios descansos y la  alimentación: parar 10 minutos cada dos horas, dormir las horas suficientes y mantener una dieta adecuada.
  • Tomate también cada día una hora para realizar asuntos propios. Asimismo permitete un merecido descanso diario o semanal, fuera del contacto directo con el enfermo.
  • Si puedes, realiza ejercicio físico todos los días, ya que elimina toxinas corporales y despeja la mente.
  • Evita el aislamiento: obligate a mantener el contacto con amigos y otros familiares. Salir de la casa con otras personas, no quedarse "enclaustrado". Los vínculos afectivos amortiguan el estrés.
  • Pon límite a las demandas excesivas del paciente; hay que saber decir NO, sin sentirse culpable por ello.
  • Expresa abiertamente a otros las frustraciones, temores o propios resentimientos, es un escape emocional siempre beneficioso.
  • Planifica las actividades de la semana y del día. Establecer prioridades de tareas, diferenciando lo urgente de lo importante. Decidir qué cosas no vas a poder realizar con bastante probabilidad. La falta de tiempo es una de las primeras causas de agobio.
  • Promociona la independencia del paciente. No debes realizar lo que el enfermo pueda hacer por sí mismo, aunque lo haga lento o mal.
  • Usa centros de día, residencias de respiro temporal, o personal  de asistencia domiciliaria, es decir haz uso de los recursos disponibles en tu comunidad para aliviar la sobrecarga.

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